Joan Ponç i Bonet fue un artista rebelde, único y contradictorio, convulso y temeroso de la muerte, a la que siempre retrataba en forma de tortura. Un loco obsesivo sostenido por la cordura de la genialidad.

La obra de Joan Ponç ha permanecido en el olvido, sepultada por otros grandes nombres de la historia del arte como Antoni Tàpies, Joan Miró o su admirado Salvador Dalí, a quien frecuentaba con asiduidad. Sin embargo, las composiciones de Ponç, sin duda al mismo nivel que las de estos otros maestros, más allá de la riqueza de su simbología, invitan a encontrar lenguajes nuevos, tan variados como obsesivos.

Con la colaboración y la ayuda generosa de la nieta del artista, Dña. Sarah Sabine Ponç, de su viuda, Dña. Mar Corominas, y de la Asociación Joan Ponç, hemos podido pergeñar una muestra única que abre el universo mágico de este genio de la pintura al gran público y que configura, en un todo unitario, obras nunca expuestas hasta ahora.

Una exposición única que supone una vuelta al camino de la vida de uno de los artistas más importantes del arte español del siglo XX, imprescindible para la comprensión de las vanguardias artísticas y con un universo mágico tortuoso que ejemplifica los miedos del ser humano en sus más altas cotas de individualidad.